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Antecedentes

La Diabetes Mellitus (DM) es una enfermedad crónica degenerativa que afecta a un alto porcentaje de la población. La Organización Mundial de la Salud (OMS) [1], estima que a nivel mundial, existen 250 millones de personas con esta enfermedad [3] y considera que más de 300 millones están en riesgo de presentarla; además plantea que 95 % del tratamiento de un paciente diabético recae directamente en él. Sus repercusiones en el mundo en términos de pérdida de días ajustados a años de vida saludables se calcularon en 11 103 000 en 1990, y se estima que esta cifra será de 10 805 000 para el año 2020.

En México se calcula en un 7 % de la población general. Está presente en 21 % de habitantes entre 65 a 74 años. Además, en 13 % de la población general se presentan estados de intolerancia a la glucosa y prediabetes.

El 80 % de las amputaciones mayores de miembros inferiores se realiza en pacientes diabéticos. Es directa o indirectamente la tercera causa de muerte. Hasta en 68 % de los pacientes diabéticos crónicos se presentan alteraciones estructurales de los pies. De éstos, 16 % tiene antecedentes de úlcera o amputaciones previas. 40 % de los pacientes diabéticos no están enterados de las marcadas alteraciones de la sensibilidad de sus pies. En un 75 % de los casos el traumatismo menor que ocasionó las complicaciones en el pie diabético pudo haber sido prevenido. Está documentado que un programa educacional básico reduce hasta 35 % la frecuencia de úlceras y amputaciones. El programa orientador preventivo de las complicaciones del pie del paciente diabético involucrará, antes que nada, la revisión periódica de los pies por parte del médico de primer contacto y la importancia de hacer partícipe al mismo paciente de su propia revisión.

La diabetes presenta un pronóstico poco favorable entre la población mexicana, pues en ella influyen factores tanto sociales y heredo familiares que pueden favorecer la aparición de este padecimiento en la población. En México, en 2008 casi 3 % de los egresos hospitalarios a nivel nacional fueron debidos a la diabetes mellitus [2], porcentaje similar al reportado en 2003. Se calcula que los costos directos e indirectos de la enfermedad [1] fueron de 100 millones de dólares anuales. Sumado a lo anterior, es importante recalcar que el costo de atención para esta enfermedad no recae exclusivamente en los servicios de salud, se calcula que, si un niño de 7 años desarrolla diabetes, deberá afrontar un costo acumulado de 52 mil dólares a valor presente hasta los 40 años para manejar y paliar las consecuencias de esta enfermedad. A nivel Latinoamérica el número de personas que padecen diabetes se estimó en 35 millones en el 2000, de las cuales 19 millones (54 %) vivían en América Latina y el Caribe. Las proyecciones indican que en 2025 esta cifra ascenderá a 64 millones, de las cuales 40 millones (62 %) corresponderán a América Latina y el Caribe. La diabetes es una enfermedad que ocupa el 2º lugar como causa de mortandad en América y se estima que la enfermedad aumentará en la población con un aumento anual del incremento anual del 5.38 % [4]

Se hizo un estudio de la prevalencia de la Diabetes en adultos mayores de 60 años o más en 7 capitales; Buenos Aires, Argentina; Bridgetown, Barbados; São Paulo, Brasil; Santiago de Chile; Ciudad de la Habana, Cuba; Ciudad de México, México; y Montevideo, Uruguay [4]. El resultado es que en México se tiene una media de 25.5 % de afectaciones, en Uruguay se estima una afectación del 13.8 %.

Las complicaciones del pie diabético son muy comunes y representan un grave problema de salud, por su alta frecuencia, costos elevados y dificultades en su manejo. La población diabética padece más comúnmente de problemas cardiovasculares, derivados de una aterosclerosis acelerada y de problemas metabólicos. Estos factores etiológicos desencadenan macro o micro-traumatismos de origen térmico, mecánico y químico. Indudablemente cuando las obstrucciones vasculares son severas, la falta de aporte sanguíneo es muy grave, pues no llegan los glóbulos blancos ni los anticuerpos para defender el área comprometida y los mecanismos reparativos se detienen, por no recibir nutrientes a través del torrente sanguíneo, amén de que el antibiótico tampoco llega, tornándose en un pie diabético crítico.

Al incrementarse la expectativa de vida en nuestra sociedad, la proporción del diabético también ha aumentado, ahora el diabético vive más y se ponen de manifiesto los síntomas y signos de neuropatía periférica con disminución de la sensibilidad al dolor y propiocepción al tacto o al dolor, alteradas con atrofia secundaria de tendones y músculos esqueléticos, tanto de pierna como de pie y distrofia ósea.

Cuando la estructura del pie es normal sin alteraciones vasculares o neurológicas el paciente solo se controla una vez por año (Riesgo bajo de amputación). Sin embargo, cuando el paciente tiene vasculopatía y/o neuropatía periférica con antecedentes de úlcera y/o amputaciones, o una lesión actual del pie con hiperqueratosis, cambios de color hay que extremar los controles de la diabetes y el cuidado de los pies, por lo menos cada tres meses (Riesgo alto de amputación). En este caso, debe realizarse un diagnóstico y tratamiento específico de acuerdo al caso y un exhaustivo seguimiento hasta que mejoren las lesiones.

Aproximadamente un 20 % de los pacientes diabéticos desarrollarán úlceras del pie en algún momento de su vida, las cuales se manifiestan después de los 50 años de edad; una tercera parte presenta enfermedad vascular periférica. Según diferentes estudios, entre el 50 y el 95 % de los casos de amputaciones de extremidades inferiores de causa no traumática, corresponden a pacientes diabéticos. Este resultado se confirma en nuestro medio por el hecho de que más de la mitad de los pacientes ingresados en un servicio de   cirugía vascular sufre de diabetes. En hombres menores de 80 años, casi los dos tercios de los casos de gangrena arteriosclerótica son resultado de la diabetes. En un 40 % de los pacientes amputados, se produce una segunda amputación en los cinco años siguientes, con una mortalidad del 50 % dentro de los tres primeros. Se ha reportado que es posible prevenir el 50 % de las amputaciones cuando los pacientes son abordados desde una perspectiva multidisciplinaria; ya que en muchas ocasiones las lesiones del pie no son diagnosticadas a tiempo, no existen medios de prevenidas y el tratamiento generalmente no es integral, es costoso y depende de la severidad de la isquemia, la deformidad y la infección.

Como se ha mencionado anteriormente, con el incremento de la longevidad en nuestras sociedades el número de pacientes que padece esta enfermedad está aumentando en la misma proporción. Por lo anterior, se hace indispensable que dediquemos un mayor esfuerzo de desarrollar apoyos tecnológicos médicos que auxilien al especialista con la condición de que estas ayudas tecnológicas estén en precio, al alcance tanto del médico como del paciente. Con los medios de diagnóstico adecuados complementaremos el principio médico de no solo alargar la vida del paciente sino también de otorgarle una aceptable calidad de vida.

[1]

Organización Mundial de la Salud (2010). Día Mundial de la Diabetes. Documento revisado el 27 de septiembre de 2010 de: http://www.worlddiabetesday.org/es.

[2]

Secretaría de Salud (2008). Boletín de información estadística 2008. México: SSA.

[3]

Secretaría de Salud (2003). Mensaje del doctor Julio Frenk Mora, Secretario de Salud, en la inauguración del 15° Congreso Nacional de la Federación Mexicana de Diabetes. Documento revisado el 28 de septiembre de 2010 de: http://www.salud.gob.mx/unidades/dgcs/sala_noticias/discursos/2003-03-20-FEDERACION-MEXICANA-DE-DIABETES.htm

[4] Marta del Valle,  XIX Congreso Latinoamericano de Patología Clínica/ML. EPIDEMIOLOGIA DE LA DIABETES. Bioquímica Especialista en Gestión de Salud. Profesora de Epidemiología, Carrera de Medicina –Universidad Nacional del Sur, República Argentina, 2009
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